Representante Legal

lunes, 24 de septiembre de 2007

Renovación social o de gobierno...

Perspectiva Política y algo más…

*Renovación social o de gobierno *El drama que todos conocemos, pero no sentimos

Hace ya más de 25 años un candidato presidencial y luego Presidente en el sexenio 1982-1988, pregonaba como lema de campaña y luego como gobierno el siguiente mensaje: “La renovación moral de la sociedad”; la verdad, ya como gobierno encabezado por este personaje nunca pudimos los ciudadanos ver claro qué es lo que él entendía por renovación moral de la sociedad o qué o cuál era su verdadero objetivo con tales pronunciamientos, porque la verdad sea dicha, jamás vimos renovación de especie alguna y lo que es más en esta etapa del devenir y desarrollo nacional, se caracterizó por sus resultados rutinarios y hay quienes sostienen que hasta grises e intrascendentes, el protagonista es lo de menos, simplemente fue un Presidente del montón que los mexicanos hemos tenido, Presidente fruto de los intereses creados, valores entendidos y las famosas reglas del juego, que por cierto aún en el presente siguen teniendo vigencia en muchos aspectos. Antes se decía: quien no sepa lo que es los valores entendidos, las reglas del juego y los intereses creados, no sabía absolutamente nada de política; y ahora en el presente no han cambiado mucho las cosas, salvo la notable diversidad, entiéndase pluralidad de los especímenes beneficiarios del sacrificio de ejercer los puestos públicos que genera la política a la mexicana; todo esto, claro que respetando las muy honorables y honrosas excepciones que siempre las hay y hay que reconocerlas; pero volviendo al tema, yo diría que profundo, digno y necesario de la renovación de la sociedad, quitándole lo de la moral, porque creo que nuestra religión, cualquiera que ésta sea y las iglesias, son las instituciones a doc para manejar lo de renovación, fortaleza, crecimiento, etc. Moral social y aquí se desprende otro objetivo, cuando se habla de la necesidad de la renovación de la sociedad, creo yo que lo que se empezaría a renovar es el gobierno o sector público, como parte integral de la sociedad; pero una renovación que no se constriña, a lo que ocurre cada 3 o 6 años, como efecto de los procesos electorales; no, no se trata de esto; una renovación social empezando por nuestros gobiernos, no es el cambio de personas o partido en el poder, la renovación que seguro aquel político del sexenio 82-88, previó no se refería a esto, si no que en el fondo añoraba y conllevaba la profunda aspiración de un cambio cualitativo del sector público, profundo y total, que elevara al ciudadano al nivel, al carácter de mandón o mandante, que permitiera a todo mexicano sentirse orgulloso de sus políticos y su gobierno, donde éstos tuvieran como único objetivo y preocupación el de quedar bien con toda la ciudadanía, para que esta ciudadanía de una vez por todas tomara, digo tomara y no recuperara, porque creo que nunca lo ha tenido, su función rectora, digna y soberana, sobre ese monstruo que se creció y que conforma el aparato público, que se dice son aproximadamente 5 millones de miembros y que nominalmente dicen estar sólo para servir y luchar por el progreso y bienestar del patrón que también bien sólo nominalmente es el pueblo mexicano. No podemos creer que somos ilusos cuando aspiramos a tanto, que el ciudadano mande, el pueblo mande en el buen sentido del planteamiento; podemos ver cómo en algunos pueblos o países muy desarrollados, se cuida y valora la grandeza de un ciudadano, y cómo se le atiende y consciente a cada integrante de esas sociedades, para allá vamos y debemos ir nosotros los mexicanos, es por ello que sí se hace indispensable la renovación social, pero una renovación que produzca gobiernos con una nueva mentalidad, esos que pregonan siempre los primer mandatarios, siempre en sus mensajes y arengas a la nación, con esa humildad y franqueza en sus palabras, pero que en los hechos no llegan a permear ni a su primer círculo de colaboradores y que en la realidad entre más baja de nivel de poder, pareciere que se invierte el efecto porque se viene quedando el ciudadano ante el servidor público, siempre en franca desventaja con manifiesta indefensión y esto no debe suceder.

UN DRAMA QUE NO SENTIMOS

A menudo podemos darnos cuenta a través de agencias noticiosas y que se reproducen en nuestros medios impresos, informaciones como esta: “Reportan cifra record de inmigrantes muertos en el desierto”. Un total de 177 inmigrantes indocumentados murieron en los primeros ocho meses de este año en el desértico condado de Pima Arizona, una cifra superior a los años anteriores, informó el Diario The New York Times; el Diario citó el caso de la inmigrante Felícitas Martínez Barradas, de 29 años, “quien murió con los ojos abiertos al cielo estrellado y sus brazos cruzados al pecho, en el desierto de Sonora en el sur de Arizona. Sus sueños de hacer dinero suficiente en Estados Unidos, para una casa para sus cuatro hijos pequeños en México, desaparecieron.” Relató. Esta nota es del 16 de septiembre del presente año. Ahora bien, el sur de Arizona es sólo una porción menor de la frontera norteamericana, y en ésa área en lo que va del año van 177 fallecidos por las causas y razones ya señaladas. Se imagina apreciado lector, ¿cuántos hermanos mexicanos más sufren y mueren en esta mortal aspiración en el total de nuestra frontera con los Estados Unidos? ¿se imagina usted el número de familias que quedan aún más desprotegidas por la pérdida de sus seres queridos? ¿Nos hemos imaginado acaso el tamaño del dolor que causan los motivos de una muerte así? ¿Y el dolor que produce en el entorno familiar de cada una de éstas víctimas? Nuestros políticos, nuestros legisladores, nuestro Presidente de la República y nuestros gobernadores, ¿entenderán el tamaño de cada una de éstas tragedias que a diario ocurren en muchas familias? Cuando rodeados de múltiples asesores y ayudantes planeando cómo gastar los multimillonarios presupuestos, ¿habrán nuestros cómodos y orgullosos altos funcionarios pensado alguna vez aunque sea, qué hacer para aminorar o evitar éstas múltiples tragedias que ni en Cuba, Haití o cualquier país africano suceden en esta magnitud de dolor y en estas cantidades?; pues ni siquiera en el medio Oriente o en zona de guerra como Irak, se tienen tantas bajas y de manera tan injusta y dolorosa como sucede con nuestros connacionales, sólo por el hecho de ser pobres y no tener una expectativa de progreso y vida digna en su país. No, de ninguna manera podemos permitir los mexicanos que suceda y siga creciendo tan abominable tragedia, sólo porque ningún gobierno mexicano ha podido implementar un programa más justo ocupacional en nuestro propio país, o también políticas y medidas que provean el acceso laboral al lado de nuestros vecinos, pero de manera si no institucional, por lo menos que no implique no sólo humillación, prisión y muerte de tantos connacionales, si no que tales circunstancias fatales no sean por lo menos las más indignas y dolorosas para un ciudadano mexicano, ¿pues cuánto cree usted que vale un ciudadano mexicano pobre para un político mexicano cuando sabemos a diario sus tragedias? ¿Un voto, una despensa? ¿Una pensión quincenal de 300 pesos? ¡No señores conductores de nuestro país! Esto no puede ni debe seguir ocurriendo ¡hagamos algo! ¡hagamos mucho! Claro que se puede, si es necesario todo alto funcionario y prósperos empresarios y hasta los que no somos de ese nivel, podemos bajarnos, aunque sea un 30 por ciento los ingresos, no nos pasa nada, seguiremos viviendo muy bien, pero además podemos evitar el sufrimiento y muerte de miles de mexicanos. Esto como medida urgente, pero lo indicado es crear empleos decorosos para todos los ciudadanos, cosa que también se puede, ¿o no cree usted estimado lector?