Representante Legal

viernes, 26 de octubre de 2007

El factor confianza..

Perspectiva Política y algo más…

*El factor confianza nos afecta *Leyes y leyes ¡cúmplase pero no se acate!

Cuando un individuo cualquiera que éste sea cree en algo, confía en algo o alguien, siempre se siente motivado, decidido y hasta entregado a eso que cree, sin embargo en caso contrario, es decir, si no se cree o no tiene confianza en tal o cual cosa o persona, entonces esta persona siempre actuará respecto de aquello que por alguna razón deba de manifestarse o realizar algo, con reserva, con menoscabo, con ineficacia y/o falta de entrega a tal fin u objetivo; esto nos sucede a la mayor parte de seres humanos en todo o cualquier ámbito del quehacer del ciudadano y en cualquier parte del mundo, pero ¿por qué creemos en alguien o en algo? Existen muchas áreas o campos de acción a las que podemos referirnos, sin embargo en este caso es preciso determinar y profundizar sólo en una, y ésta es el área del desarrollo social o político, sí amigo lector, el factor confianza o lo contrario que es la desconfianza, nos tiene en la mediocridad, en el subdesarrollo y desde luego en un alto grado de pobreza e ignorancia. Ahora bien, hay campos en los que nos es obligado creer, como creer en nuestros padres, creer en nuestros hijos, creer en nuestros maestros, etc. Pero creer en nuestros políticos “servidores públicos”, no nos es obligatorio creer y no existen normas jurídicas, morales o políticas que nos obliguen a creer en ellos; sin embargo ¿qué tan importante y fundamental es creer en nuestros políticos o gobiernos? Mire usted apreciable lector, los países más avanzados, con mejor nivel intelectual, con mejores niveles de bienestar y con más altos ingresos por persona, son aquellos que creen en sus políticos o gobiernos; ¡ah! Pero creer en ellos a nadie le fue gratuito ni fácil; primero hay que reconocer que dichos gobiernos o servidores públicos se ganaron la confianza de sus conciudadanos ¿cómo? Pues siendo honestos, eficientes, transparentes y trabajadores en bien del pueblo al que sirven; segundo, pues la propia ciudadanía al creer en dichos gobiernos (servidores públicos) nunca les firmaron un cheque en blanco, ni su confianza es incondicional, al contrario, el ciudadano en ese nivel o entorno siempre hace la advertencia, que no amenaza al decir, te voy a apoyar a ti candidato, voy a creer en ti servidor público, pero si no me cumples, yo si te cumplo, te exijo responsabilidad civil o penal y no vuelvo a dar mi voto por las siglas o partido que te propone. Así de fácil.
Es decir, la solución está en cada uno de nosotros, está en nuestra propia autoestima, en creer primero en nosotros mismos y entender cuánto valemos como ciudadanos, pero para ello debemos tener valor civil, responsabilidad y desde luego decisión para actuar.
Mire usted amigo lector (a), todos sabemos que en nuestro país hay miles de multimillonarios, pero también sabemos que hay muchos millones de pobres y ciudadanos en la miseria, ¿y qué hace la clase social pudiente? Prefiere hacer algunas caridades a través de fundaciones o patronatos, o de plano esconder su dinero llevándolo fuera de México, ¿y por qué sucede esto? Porque los señores adinerados no tienen confianza en nuestros gobiernos o en el entorno en que se desenvuelven y muchos prefieren esconder su riqueza, que invertir y crear empleos. Bueno, hasta para hacer caridad el mexicano tiene desconfianza, porque no cree en las personas, no cree en las organizaciones civiles, y desde luego, en el gobierno menos; mire usted, en México tenemos al más rico del mundo, y no sería nada extraño que también tengamos al más pobre del mundo. La filantropía no se nos da mucho en nuestro país, eso es un hecho reconocido internacionalmente para pena de nosotros mismos; se publicita en los medios que en México los más multimillonarios apenas alcanzan a disponer para ayuda el 3% de sus enormes ganancias, mientras que en Europa la correlativa clase pudiente dispone de un 5% para ese fin, mientras que en los Estados Unidos, ése mismo sector dispone de un 8 % para tal objetivo, y por último en el Medio Oriente, es decir los árabes, disponen de un 12% de sus ganancias para la filantropía, todos éstos a través de diversos mecanismos de apoyo y entrega que les permite seguramente disfrutar de una conciencia más tranquila y del gusto que produce poder hacer el bien. Los mexicanos y latinoamericanos tenemos que practicar la filantropía, tenemos que crear o fortalecer el factor confianza, entrega y generosidad, no sólo como disciplina, si no como una contraprestación hacia quién le entregamos nuestra confianza y apoyo, para que esa parte a su vez, haga el bien a la sociedad y sobre todo mejoremos en el cumplimiento de cada responsabilidad que a cada uno de nosotros nos ha tocado recibir ¿no cree usted?

¡CÙMPLASE PERO NO SE ACATE!

Con relativa frecuencia me ha tocado escuchar que en México tenemos muchas leyes y muchas reformas; y viéndolo bien, yo he caído a la cuenta de que efectivamente así es, vemos con frecuencia que nuestras leyes cada día son más casuísticas, es decir, casi por cada tipo o especie de casos, se hace una ley o constantemente nuestros legisladores le están buscando algún motivo para justificar una propuesta de reforma, adición o supresión; la verdad es que nuestros Congresos, tanto Estatales y el Federal, nunca han querido entrarle de verdad a realizar una revisión de fondo a toda nuestra legislación, me da la impresión que prefieren estar haciendo parches a las leyes, que luego resultan contradictorias en lo relacionado con dichos parches; hay que decir que para hacer o lograr tener una legislación federal o estatal, según de la que se trate, de punta y al día, se debe de invitar a participar en tal empresa de revisión y congruencia, a despachos y juristas especializados, pagándoles o por cortesía según sea su disponibilidad, para eso se requiere de un trabajo serio, objetivo, ajeno a lucimientos de actores o partidos políticos, para que permita dicho entorno llegar a tener como sociedad o Estado una legislación plena, congruente, práctica, ágil, aplicable y consolidada. Cuentan algunos políticos adultos mayores que a ellos les tocó escuchar allá por los años cincuenta y sesenta, que ya se notaba la proliferación de leyes para cualquier tipo de cosas y que se decía al final del texto, en el que el ejecutivo la mandaba publicar el siguiente mensaje: “publíquese, cúmplase, pero no se acate”. También me da la impresión que los congresos y/o diputados pensarán que si se revisa y actualiza toda la legislación por personas con capacidad para lograr hacerlo, entonces estos legisladores seguramente pensarán: que qué harían o cómo justificarían su chamba y en todo caso no tendrían mucho qué hacer. Es así que ahora tenemos tantas leyes de protección a tantas cosas y casos y personas con determinadas características sociales, que sólo nos hace falta una ley cuyo principal contenido y propuesta sea: “Ley especial que obliga a que se cumplan las demás leyes, en bien de la sociedad”. Tal vez muy pronto habrá algún diputado promoviéndola, no lo dude usted.


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